El grandote y bonachón Ralph y la pequeña rebelde Vanellope vuelven en una secuela de gran cuidado formal en su animación y personajes; cambiando el viaje de descubrimiento y de amistad de la primera entrega en el mundo del arcade y los videojuegos a la inmensidad continua de Internet en una secuela que amplia y continua el dibujo de la amistad de sus protagonistas; centrándose en especial en la búsqueda de la identidad de ambos y el encontrar un lugar en el mundo virtual en el que viven.

Abriendo mucho más el mundo virtual a Ralph y Vanellope, Rich Moore y Phil Johnston trasladan la acción a la infinita Internet para llenar el filme de aún más innumerables y estresante exposición de marcas, easter eggs y referencias a los fenómenos virales y a las situaciones comunes que cualquier habituado a Internet – hoy en día, prácticamente todo el mundo -. Un paso más ambicioso y evidentemente lúdico aunque no termine de exponer una mayor crítica a la voracidad consumista, empresarial y a la inseguridad que el multiverso online transmite en mucha gente.

Una aventura dinámica, muy divertida y que deja momentos hilarantes y memorables dentro de la propia evolución de Disney – a recordar en especial el encuentro de Vanellope con las princesas de la compañía – y que sabe dibujar a sus dos protagonistas. En especial a Vanellope y su encuentro con un lugar en el que se siente más realizada y feliz que en su juego original. Y al grandote Ralph, como exposición de la inseguridad y la amistad tóxica; tomando un camino de aprendizaje que se centra en el código de amistad más que en el paternal (aunque también funciona en su traslación a la típica relación padre e hija). Sumándose a ello imaginativos nuevos personajes y divertidas incorporaciones que completan un filme muy entretenido aunque su exploración emocional y discurso resulten más diluidos que en su antecesora y que en la obra anterior realizada por el tándem Moore-Johnston; la sociológica y siempre reivindicable Zootrópolis.

☆☆☆☆ (7/10)